Ni su primer intento solo a comienzos de su conversión, ni el segundo que hacen como grupo intentando establecerse en Tierra Santa, Loyola y sus compañeros descubren poco a poco que su misión les lleva de un lado para otro, en movilidad. Un compañero que se les unirá al poco de la fundación, Jerónimo Nadal, lo describirá así: Nuestra casa es el mundo.
