Aparentemente es un país que funciona de manera normal. Todo cambia al sacar un teléfono celular y comenzar a grabar. El miedo se percibe, sacar un teléfono en la calle y hacer una grabación puede llevar a la cárcel a cualquiera.
Las acciones represivas contra las voces críticas han ido incrementando y el odio del gobierno autoritario llegó más allá de sus contrincantes políticos y ahora se enfocó de lleno en la Iglesia Católica.
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