Padre Alejandro Solalinde

Por Daniela Herrera Cedillos 

Hombre construido a partir de sus multifases, aquellas que componen la mirada universal que lo llevó a ser el misionero itinerante -como él se define- nominado para el Premio Nobel de la Paz 2017. Mirada que vio el hecho de que un pájaro se posara en su hombro, una mañana en camino a la Facultad de Arquitectura de la UNAM, como una señal para ordenarse como sacerdote; un sacerdote progresista. 

Cansado de estar tras un altar, predicando un evangelio que no se adapta al mundo terrenal, Solalinde decidió dar un vuelco y reorientar su vida para entregarse de lleno a las personas migrantes. No solo abrió, en Ixtepec, Oaxaca, el albergue Hermano en el Camino, sino que, sin pelos en la lengua, Solalinde ha denunciado como muy pocos se han atrevido hacerlo: a las autoridades, políticos mexicanos y grupos delictivos que se aprovechan de la situación de estas personas. 

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“Eran como las ocho de la noche y estaba en la estación de tren de Ixtepec. El ferrocarril de carga se preparaba para su siguiente destino: Medias Aguas, Veracruz. El Padre Solalinde andaba entre los vagones despidiendo a cada uno de los muchachos con una bendición”, escribe el documentalista Pedro Ultreras mientras cuenta lo sorprendido que estaba al ver a Solalinde tan preocupado por cada uno de aquellos desconocidos, “como si fueran sus propios hijos”. 

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Pablo Hernández Peralta, colaborador y gran amigo de Solalinde, está en un departamento del cual se desconoce su ubicación por ser uno de los tantos defensores de personas migrantes amenazados de muerte por su labor. Sobre su monitor hay una fotografía en blanco y negro: “es de un compañero migrante haitiano cargando una cruz durante el viacrucis en el albergue, atrás de él hay un letrero exigiendo por los derechos de los migrantes”. 

“Lo vi llegando con una diligente enjundia que acaparó la mirada de todos y ahí decidí que quería poner todos mis esfuerzos con él”, dice Pablo al referirse a la primera vez que se conocieron en Ixtepec, Oaxaca. “Es un verdadero revolucionario que ha dejado sus comodidades

“Una vez lo acompañé a Italia a un encuentro sobre migración en el parlamento . Diputados y senadores elogiaban sus logros en México y ofrecían su apoyo. A lo que él les respondía: ‘Si en verdad desean apoyarlos, comiencen por hacerlo con sus propios migrantes, ya que tan solo en Peruzza hay miles tocando a sus puertas solicitando ayuda’ ”.

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Al igual que Pablo, Doña Vicenta decidió acompañar a Solalinde en su lucha. Su labor es cocinar las verduras que llegan cada fin de semana del mercado de Juchitán, para así alimentar a aquellos que deciden descansar en el albergue. Vicenta cuenta con mucho cariño lo que el padre ha hecho por ella al dejarla hospedarse indefinidamente en lo que ella llama su hogar. Pero no todas las mujeres del albergue sienten el mismo apego. Las hermanas de la congregación Ángel de la Guarda, que cuidan del albergue, se enfrentan a diario con las incongruencias de un hombre que se presenta como aliado feminista.

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Revoloteaban los mosquitos, estrellándose en la malla que caía alrededor del colchón. Objeto que venía en un paquete de la Secretaría de Salud de Oaxaca, como parte de las acciones y estrategias de prevención para controlar y erradicar la proliferación de mosquitos causantes del dengue, zika, chikungunya y fiebre amarilla. Dicha estrategia se implementó durante el verano de 2018, periodo donde tuve mi primer contacto con el Padre Alejandro Solalinde. 

Era una madrugada calurosa. Apenas había puesto la cabeza en la almohada cuando alguien tocó a mi puerta. “Te busca el Padre Solalinde, está al teléfono”, me dijo una de las hermanas de la congregación Ángel de la Guarda. Sorprendida por quien me esperaba del otro lado de la llamada, atendí el teléfono. Una voz imperiosa y áspera me dijo “Tus padres te están buscando, no sé cómo consiguieron mi número, pero no puedes desaparecer de esa forma y menos ahí en Ixtepec. Comunícate cuanto antes con ellos, gracias a Dios está bien”. 

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A la orilla de las vías, por donde pasa La bestia, se ven unas 50 figuras humanas hechas de alambre y cubiertas con girones de tela. Parece una marcha fantasmagórica de inframundo entrando al albergue. Su función es ubicar a los migrantes hacia donde deben de correr una vez lanzándose de La bestia en movimiento, para escapar de la cacería de sus cuerpos, ya que estos son la materia prima de distintos grupos delictivos.

El estado y la delincuencia tienen una interacción directa, siendo los agresores que han hecho uso de la vida de las personas migrantes. Por ello cuando hay una fuerza frontal que les arrebata su materia prima, como el Padre Alejandro quien agita un avispero de intereses económicos y políticos al señalar los vacíos Estatales y las colisiones criminales, estos responden con amenazas de todo tipo.

Solalinde encarna la valentía de una paradoja donde la debilidad se vuelve fortaleza.  Momentos como lo fue la muerte de su compañero y defensor de migrantes, Alberto Doris, quien murió años atrás en un supuesto accidente automovilístico, lo que le hizo responder sin pelos en la lengua y con fuerza, frente a los carteles y al gobierno de Enrique Peña Nieto.  

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Cuatro meses después de la misteriosa llamada, dentro de la Torre Tlatelolco en Ciudad de México, vi el rostro de aquella voz por primera vez. Era un hombre atezado de estatura media, con camisa de algodón blanca, anteojos y una cruz de madera que caía en su pecho. Le rodeaban dos escoltas, algunos allegados y unos cuantos interesados de la prensa que habían venido a cubrir el Foro Social Mundial de las Migraciones. Me acerqué con cautela y pedí permiso para dirigirme a él. “me quiero presentar con usted, soy aquella chica cuyos padres buscaban una madrugada y usted les ayudó a encontrarme en su albergue”. Su rostro curtido se iluminó, como quien acaba de descubrir algo. Frunció el ceño y, levantando el dedo índice, me regañó sin pelos en la lengua.

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Texcoco, Ciudad de México, 2011. Está Paco Ignacio Taibo II sentado en una mesa verde junto al Padre Alejandro. “No estás solo, no estás solo”, se escucha al fondo del video. Taibo aclara la garganta y dice: “Yo tengo pocos héroes en este planeta, pero él es uno de ellos. Es de la gente que se juega la vida y convierte en una vocación la defensa de otros seres humanos. Con mi más profundo respeto y para ustedes, Alejandro Solalinde”. De esta manera, Taibo presenta al padre y este comienza su discurso: 

“México, o más bien el gobierno mexicano, quiere ser obediente a los intereses de EE.UU. y cuida bien de su traspatio en vez de ser hermanos de nuestros compañeros los centroamericanos…”

Palacio Nacional, Ciudad de México, 7 de septiembre de 2021. En una de las canónicas conferencias matutinas del actual presidente de la República Mexicana, y con grandes pausas entre cada palabra, Andrés Manuel López Obrador habla de la actual situación de detención en la frontera sur del país, lugar donde la Guardia Nacional ha violentado a decenas de migrantes. “Vamos a seguir conteniendo, pero hay que buscar soluciones de fondo”, dice sin más comentarios. 

Video Tragaluz, Milenio Noticias, 2020. 

—Dios es amor, dice el conductor.

—Dios es amor, responde Solalinde.

—AMLO es amor.

—AMLO es amor.

—AMLO es Dios. 

Y con un pelo en la lengua Solalinde responde —AMLO no es Dios, pero es uno de los mejores representantes de él.

Nicaragua: 13 vidas de mujeres y un niño que se pudieron salvar

Ibero 90.9, México.

El 23 de agosto de 2021. 13 muertos. La tele no habla. Los colonos (exmilitares nicaragüenses) siguen invadiendo y atacando territorios indígenas y el grito de la justicia es mudo; el de la impunidad, estruendoso.

En Kiwakumbaih, una comunidad de Nicaragua, han pasado unos cuantos días desde que un grupo de personas indígenas vieran cómo sus parejas eran abusadas sexualmente y desmembradas; a sus amigos asesinados; y los ojos apagados de un menor que jamás conocerá la adultez.

Desde 2018, mayangnas y miskitos, indígenas habitantes de una codiciada área con potencial minero, han sido víctimas de la violencia de los colonos, quienes, movidos por intereses económicos, han dejado tras de sí 49 muertos, 49 heridos y 50 desaparecidos. Pero cuando los grupos indígenas alzan la voz para denunciar sus actos, la respuesta nunca llega a tiempo.

El Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh) y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) han dictado la condena de los colonos perpetradores de la masacre.

Ha pasado más de una semana desde el ataque y la policía, a quien recurrieron anteriormente esas 13 personas asesinadas, permanece en silencio.

Laguna de Metztitlán, el reflejo de la crisis medioambiental

Los pueblos de Metztitlán se enfrentan ante la dificulta e incertidumbre de la sequía

Por Daniela Herrera, México.

Perdida entre cerros, de cuyos poros salen cactus, rocas y buitres, está la laguna de Metztitlán. Un lugar en los confines del estado de Hidalgo, México, que, por la creciente crisis medioambiental, ha perdido su esplendor. Lo que antes era un valle de 581 hectáreas cubierto de agua, es ahora un suelo agrietado y seco. 

El GPS ahora indica que estoy dentro de la laguna, la flecha del navegador flota sobre el agua, pero solo veo frente a mí kilómetros de tierra árida trabajada por agricultores y ganaderos. Al centro de la laguna está un islote, Hualula, lugar de residencia de los pescadores. La posibilidad de llamarlos de esta manera es ahora un recuerdo. Siguen vendiendo pescado, pero este lo compran a los tampiqueños por $80 pesos el kilo, al doble de lo que ellos lo vendían. 

René, el presidente de pescadores de Hualula y su esposa Victoria están sentados en unas rocas a la orilla de lo que antes era la laguna. Junto a ellos su lancha, la cual lleva el nombre de “La mojarrita”; no tiene motor, lo han guardado porque ya no lo necesitan. Ella, quien también era pescadora, cuenta mientras ve a su marido cabizbajo al tener que escuchar de nuevo la historia: “La lluvia nos abandonó, dejándonos con toneladas de pescado muerto, una plaga de grillos y sin ingresos”. 

La nueva agricultura en Metztitlán 

Al inicio de la sequía, los pobladores que rodean la laguna se dividieron las tierras. “Aquí se puede cosechar ejote, maíz, papa y chile”, dice René contando los cultivos con los dedos de la mano. El problema es que existe la posibilidad que en cualquier momento las lluvias regresen e inunden el cultivo, perdiendo así una inversión de $15,000. Por ello las personas prefieren trabajar para los grandes agricultores y así no aventurarse a perder su dinero.

A lado de nosotros pasa un niño de alrededor 16 años; Victoria lo señala y lo usa como ejemplo de las personas que ante la crisis han optado por ser jornaleros. Todos los días, a las 8:00 de la mañana pasa una camioneta en busca de mano de obra que esté dispuesta a cosechar durante ocho horas. “Hay que estar buzo pa que toque”, dice Victoria riéndose. Los lugares son limitados, solo algunos logran recibir $180 al final de la jornada. De los cuales se les descontarán $40 pesos por el transporte. Qué ironía, uno termina pagando para trabajar.

Respuesta del gobierno        

Siguiendo un camino de terracería llega uno a la colina del islote. Las paredes están pintadas de una peculiar propaganda electoral, que pareciera que el partido se muestra en anonimato y lo que importa es el nombre del candidato. En la lateral, en una pared color pistacho, está la ventanilla de una abarrotera. Ismael bebe una cerveza con el dueño, mientras cuenta cómo los candidatos han estado presentes últimamente, “veras que cuando esto acabe desaparecerán como siempre”. En Hualula y otros poblados de Metztitlán, se le ha regalado a cada familia un gallo y tres gallinas para amortiguar la gran problemática.  

Asimismo, al inicio de la sequía, Noticieros Televisa hizo un reportaje sobre Metztitlán. Cuando este llegó a oídos del gobierno de Andrés Manel López Obrador, se les otorgó un subsidio de 7 mil pesos a los pescadores, prometiéndoles entregarlo cada 3 meses. Esta promesa se ha perdido junto con tantas. “Toma una foto de la laguna, a ver si nos vuelven a mandar el dinero”, dice con sarcasmo el hombre de la abarrotera.

En el pueblo aún hay esperanzas que las lluvias regresen al igual que los que se dedicaban a la pesca que han decidido migrar. Como lo es el caso de Uriel, dueño de un restaurante de mariscos: “Éramos 120 pescadores, muchos de ellos han migrado a la ciudad o más lejos, a California”, dice mientras se escucha una canción de Juan Gabriel haciéndole compañía a las mesas vacías. “Estamos tan jodidos que ya ni el narco nos pela”, cuando antes era común que les pidieran derecho de piso.

La laguna de Metztitlán no es la única que ha sufrido de sequía en los últimos años, también están los casos de las lagunas de Montebello, Metzabok, Nahá y Cuatro Ciénegas. Este problema no solo recae en la pérdida de las lagunas, sino que trae consigo la desaparición de flora y fauna en sus alrededores. De esta misma manera, afecta la economía y vida social de los pobladores que dependen de ellas. Metztitlán es un ejemplo más que desviste la mala relación que tenemos con nuestro entorno y el medio ambiente.

La encrucijada del regreso a clases en México

Por Daniela Herrera, México

El regreso a clases es una de la mayores prioridades para el gobierno mexicano, continuarlas a distancia significa agrandar la brecha económica y la desigualdad social que existe en México, la cual se hizo aún más visible a partir de la crisis sanitaria generada por la Covid-19. Si antes era difícil el acceso a educación de calidad, ahora se ha vuelto más complicado, pues para seguir las clases es indispensable contar con una televisión, radio o acceso a internet.

El programa preparado por la Secretaría de Educación Pública (SEP), Aprende en Casa II, se transmitió a través de las grandes televisoras privadas del país: Televisa, TV Azteca, Grupo Multimedios y Grupo Imagen, al igual que cadenas públicas de radio. En este caso la SEP pidió a los docentes mantener una comunicación continua con los estudiantes vía telefónica para garantizar resultados eficientes. Se optó por el uso de televisión y radio debido a que en México, según informes del INEGI, 16 millones de hogares no cuentan con servicio a internet. 

En el escenario educativo actual de la pandemia no todos cuentan con los mismos recursos para seguir las clases, mucho menos los alumnos que habitan en zonas rurales. “En la comunidad donde trabajo los niños no tienen computadora ni internet”, dice Gabriela Canedo, profesora de preescolar en la zona rural de Ixcanelco, Veracruz. “La única señal de internet es comunitaria, por $10 pesos tienen internet por dos horas. De 16 alumnos que tengo, solo 12 tienen WhatsApp, esto lo vuelve aún más irregular”, agrega preocupada. 

Al contrario de Gabriela Canedo el profesor Alfonso Vallarta quien actualmente es docente de sexto de primaria en el Colegio Europeo Robert Chuman en la Ciudad de México nos cuenta: “Trabajo en una escuela que requiere que los alumnos y los maestros tengan un iPad». Alfonso dice que no es necesario el acompañamiento de los alumnos por parte de sus padres o tutores, “entre más grandes los alumnos más confías en su responsabilidad”. En su caso les pide a los alumnos dejar la cámara prendida para cerciorarse de que están prestando atención y busca que participen durante la clase. 

Para la profesora Gabriela es necesario el acompañamiento de los niños por parte de los padres o tutores, pero muchos de estos deben salir a trabajar. “Tengo cuatro alumnos que están en esa situación; se quedan con los abuelos o la tía”. Ella añade que esto puede ser un factor que afecta el aprendizaje del niño por la  falta de compatibilidad con el tutor. Gabriela, por iniciativa propia, decidió elaborar un cuadernillo para lograr dar un buen seguimiento a las clase de sus alumnos y de esta manera evitar su rezago. 

La Secretaria de Educación Pública informó que el 10% de los 25 millones de alumnos inscritos el pasado ciclo escolar abandonaron las clases. El panorama no es tan diferente en las escuelas privadas ya que se estiman bajas debido a la crisis económica consecuente de la pandemia, como es el caso del colegio donde trabaja Alfonso. “No fue el virus lo que generó las bajas, sino la situación económica. Al final del día es pagar la escuela o pagar la comida”, dice el profesor. 

A diferencia de la educación privada, la pública sufrieron bajas de quienes no tienen acceso a televisión, radio o internet. La profesora Gabriela comenta que hubo tres bajas en el preescolar donde trabaja debido a las situación actual. La Encuesta Nacional de Consumo de Contenidos Audiovisuales del 2018 reporta que el 11% de los hogares rurales, es decir 14 millones de personas, no cuenta con un televisor.

Los profesores cuestionan las estrategias propuestas por la Secretaría de Educación Pública (SEP). Temen que aumente el rezago educativo en algunas zonas del país, por ello su insistencia de regresar a clases. “En el caso de preescolar se imparte la misma clase a tres grados diferentes”, comenta Gabriela, “lo cual es un problema ya que cada alumno está en una etapa de aprendizaje diferente”. Como estrategia para evitar el rezago,  la SEP habilitó  un centro de apoyo pedagógico para los estudiantes  a través de un número de ayuda con 160 líneas telefónicas, pero lamentablemente no fue suficiente.

Sin embargo, el regreso a clases encuentra al país en una encrucijada, provocada por el empuje de la variante Delta y una tercera ola de contagios que tiene como principales afectados a los más jóvenes y a quienes no se han vacunado. Por ello, es necesario cuestionarnos qué implicaría la reanudación de las actividades escolares; no todos tienen la posibilidad de cubrir un contagio por Covid-19. Es necesaria una estrategia donde cubran todas la medidas de sanidad necesarias para reducir los focos de contagio. Por ahora, la secretaria de Educación Pública, Delfina Gómez Álvarez, defiende el regreso a clases, pero reconoce que las medidas tomadas para la educación ante la emergencia sanitaria representan un reto y grandes esfuerzos por parte de todos.

Montserrat Narro: “La pandemia dio la excusa perfecta para cerrar fronteras y terminar de desmantelar el sistema de asilo migratorio”

Por Daniela Herrera

La representante del nodo México en (In)movilidad de las Américas, Monserrat Narro, advierte un escenario post- pandémico preocupante para la población migratoria.

En los últimos meses, la pandemia ha logrado desvestir la desigualdad estructural de nuestro  país. Grupos vulnerables, como lo es la población migrante, se suman al colapso mexicano de la protección social. La emergencia sanitaria trajo consigo el cierre de fronteras, acción que atenta contra el derecho humano de la libre movilidad y los derechos de las personas  migrantes. Con el objetivo de entender a fondo el contexto  actual de la movilización humana dentro del país, se  entrevistó a Montserrat Narro, representante del nodo México en (In)movilidad en las Américas. Este proyecto reúne a más de 30 académicos y académicas desde el norte hasta el sur del continente, que van monitoreando la situación migratoria en su país. 

Pregunta. Durante la pandemia, ¿ha disminuido el flujo migratorio dentro del país? 

Respuesta. Sí, sobre todo porque los albergues han tenido que cerrar, al  igual que las fronteras de los países de los cuales la gente sale para migrar. Esto hizo que disminuyera de manera sustancial, comparada con otros años, pero no quiere decir que se  haya eliminado la migración por completo. 

Según el monitoreo de la Red de Documentación de las Organizaciones Defensoras de  Migrantes, los cruces irregulares han disminuido desde que se implementaron las medidas  de emergencia sanitaria. De una cifra de más de 1,000 personas por día, ha disminuido a menos de 600 diarias, en su mayoría personas que cruzan por puntos fronterizos  ciegos. 

Sí existe la preocupación de contraer el virus, pero lo que identificamos es miedo a  las circunstancias que se desencadenan por la pandemia”. 

P. ¿Existe un sentimiento de alerta ante el virus por parte de la comunidad migrante? 

R. Sí existe la preocupación de contraer el virus, pero lo que más identificamos es miedo  a las circunstancias que se desencadenan por la pandemia. Es decir, ha habido un porcentaje  alto de personas migrantes despedidas, lo que causa que no tengan dinero para pagar la renta  y comida. En consecuencia, se incrementa el riesgo de situación de calle y esto en un contexto  de pandemia lo hace aún peor.  

Según los reportes de (In)movilidad en las Américas se ha visto un aumento de personas  migrantes en situación de calle en distintas zonas del país, sobre todo en zonas fronterizas,  altamente vulnerables de posible contagio. Sin duda, las organizaciones gubernamentales han dejado mucho que desear con base en las acciones de protección social para las personas  migrantes en situación de calle. 

P. ¿Qué problemas han detectado dentro de la migración durante la emergencia sanitaria? 

R. No ha habido tantos brotes dentro de la población migrante como uno esperaría. Lo  que ha sucedido es que hemos identificado dos problemas iniciales. Uno, la falta de  información adecuada y en los idiomas necesarios para la población migrante. El segundo  problema es el tema de los centros de detención migratoria y las nulas condiciones de  salubridad que existen en estos lugares. 

“Sabemos que en los centros de detención hay problemas de hacinamiento por lo  cual hay nulas posibilidades de tener una sana distancia, no tienen la correcta  ventilación, insumos de higiene y medicamentos necesarios tanto para prevenir  como para tratar un cuadro de coronavirus.” 

 P. ¿Qué medidas está adoptando el gobierno mexicano para garantizar la seguridad y la  salud de los migrantes que se mantienen en los centros de detención? 

 R. Sabemos que en los centros de detención hay problemas de hacinamiento, por lo cual  hay nulas posibilidades de tener una sana distancia, no tienen la correcta ventilación, insumos  de higiene y medicamentos necesarios tanto para prevenir como para tratar un cuadro de  coronavirus. Hay que entender, que dentro de estos centros hay niños y niñas, mujeres  embarazadas, personas adultas mayores y personas con enfermedades que los convierten en  población de riesgo. Esto ocasionó que las personas migrantes comenzarán a exigir su  liberación por miedo a contagiarse dentro de los centros de detención.

Durante la pandemia por COVID-19 se han reportado casos de migrantes irregulares detenidos en estaciones migratorias del país que han hecho huelgas de hambre, quemado colchones y protestas internas para exigir su liberación y repatriación. Al igual que en la estación migratoria Siglo XXI-Tapachula, migrantes irregulares detenidos fueron gaseados  y golpeados en medio de la protesta, mientras alrededor de 14 pudieron escapar. Estas  protestas han llegado a tal punto que en la estación migratoria de Tenosique una persona  falleció durante una de ellas. 

Fotografía: El País

 P. Al contrario de los centros de detención ¿Cómo se ha tratado el confinamiento en los  albergues para personas migrantes? 

 R. Los albergues reaccionaron rápidamente con tres respuestas. Unos decidieron cerrar,  reconociendo que no tenían las capacidades y no podían tomar una responsabilidad tan  grande. Otros albergues no cerraron por completo, pero dejaron de tener atención a nuevo  ingreso. Por ejemplo, la Casa del Migrante en Saltillo cerró el ingreso, pero a las personas ya  hospedadas se les permitió pasar la cuarentena dentro. Ahí mismo se les daba seguimiento a  posibles síntomas para ver si era necesario canalizar algún caso y buscaron que las personas  continuarán con sus procedimientos legales vía telefónica. Por último, tenemos los albergues  como Tierra Blanca en Veracruz o Salto de Agua, en Chiapas, que decidieron no cerrar sus  puertas. Tuvieron que implementar protocolos como procurar tener cierto número de  personas dentro de un dormitorio, asignar lugares para comer a 1.50 metros de distancia, al  igual de tener cada uno sus propios platos, vasos y cubiertos. 

 P. ¿Qué cambios ha tenido la migración durante la pandemia por coronavirus? 

R. Podemos ver un fenómeno de migración a la inversa. Personas migrantes intentando regresar a su país de origen, ya que las condiciones para seguir su viaje ya no existían. El  problema en este caso es que países como Guatemala o El Salvador cerraron sus fronteras  incluso a sus connacionales.

 P. ¿Crees que las acciones estatales a favor de la protección social contemplan a los miles  de migrantes irregulares que hoy residen o transitan en México? 

 R. No, y fue una de las mayores exigencias por parte de la sociedad civil al inicio. De  hecho, si escuchas las conferencias del titular de la Subsecretaría de Prevención y  Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell, se habló de la población con privación de  libertad, refiriéndose a las personas en situación de cárcel, pero en ningún momento se llegó  a mencionar a la población en detención o tránsito migratorio. 

 P. ¿Ha habido algún tipo de respuesta social ante la falta de acciones estatales para la  población migrante? 

 R. Por parte de sociedad civil hubo una campaña en redes sociales con el hashtag #LibertadNoDetención y acciones de incidencia directamente con la Unidad de Políticas  Migratorias. Estos exigían que los migrantes fueran liberados de los centros de detención  migratoria y que garantizaran un espacio donde pudieran cumplir la cuarentena con las  condiciones necesarias. 

 P. ¿Se han exacerbado los brotes xenófobos en contra de los migrantes? 

R. Sí, el brote se generó por miedo a que los migrantes fueran portadores  del virus. Incluso a las personas deportadas de centros de detención en Estados Unidos  regresaban a sus comunidades, pero estas no los dejaban entrar. 

Estas pulsiones xenófobas aumentaron en el discurso gubernamental de Estados Unidos  durante la pandemia. El país no respetó acuerdos establecidos para la deportación de  mexicanos, se incumplieron horarios y avisos de las deportaciones y no siguieron protocolos  internacionales ni de salud. Vimos un fenómeno de deportaciones rápidas que duraban 96  minutos. Según los reportes de (In)movilidad en las Américas, en marzo 2020 en tan solo 18 días fueron deportadas 13 mil personas.

Atentado contra el derecho de asilo.

P. ¿Cómo se ha visto afectado el derecho de asilo a refugiados en tiempos de COVID-19? 

R. Los trámites en este momento se encuentran suspendidos. Entiendo que se siguen  recibiendo solicitudes, pero los procedimientos más allá están detenidos. La Red de Documentación de las Organizaciones Defensoras de Migrantes reporta que cerca de 60 mil personas se encuentran varadas en la frontera norte, esperando una  resolución de las autoridades estadounidenses a su petición de asilo. Hay al menos 17 mil niños y niñas, quienes son especialmente vulnerables ante posibles agresiones o contagios  de COVID-19. 

P. ¿Qué pasará con los refugiados solicitantes de asilo o las personas bajo el programa «Quédate en México» que tendrán que esperar aún más en las ciudades fronterizas  mexicanas a que sus casos de asilo se resuelven en los tribunales de inmigración de los  Estados Unidos, ya que sus audiencias han sido postergadas? 

R. En el caso de México, una de las situaciones que se esperan por parte de los abogados es que, en el eventual caso que la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados vuelva a reactivar sus servicios, habrá una cantidad significativa de casos atorados. Estos  tomarán tiempo en procesar o se sacarán todos de un jalón y no se le dará una revisión  adecuada a cada uno. Por otro lado, en Estado Unidos, al igual que en otros países, lo que  vimos es que la pandemia les dio la excusa perfecta para cerrar fronteras y terminar de  desmantelar el sistema de asilo a refugiados. 

Debido al cierre de fronteras por la emergencia sanitaria hoy vemos campos de refugiados, destinados antes al programa «Quédate en México», repletos de personas en  espera de una resolución a sus trámites de asilo. El problema es que en estos campos se vive en condiciones de hacinamiento, tiendas de campaña, limitaciones en suministros médicos,  condiciones insalubres y es un punto de alta probabilidad de contagio de COVID-19. Montserrat Narro finalizó mostrando una preocupación ante lo que sigue: «Se viene difícil, se observará un  aumento en el flujo migratorio por la exacerbación de los factores de expulsión del Triángulo  Norte de Centroamérica y un sistema de asilo, por los menos en Estados Unidos,  prácticamente desmantelado y en México completamente rebasado.»